Esta localidad se encuentra a 200 metros sobre el nivel del mar, en las riberas del Río Yaqui.
San Antonio de la Huerta fue considerado entre los principales Reales de Minas del siglo XVII.
La fiebre del oro más grande ocurrió en 1759, cuando se descubrieron algunos placeres de oro cerca de San Antonio de la Huerta, sobre el río Yaqui en el centro-sur de Sonora. Durante su primera década de operaciones, miles de indígenas de varias tribus, incluso unos tres mil yaquis, trabajaron en el sitio. La explotación duró hasta finales de 1780, cuando finalmente fue abandonado (Ocaranza 1939, II: 48, 90, 178–179; Pfefferkorn 1949, 92; Nentuig 1977, 106).
Según las memorias vivientes de algunos de sus habitantes, el poblado debe su nombre al hecho de que, cuando en el lugar se construyeron algunas casas para quienes trabajaban en las minas, un español, dueño de una gran huerta, como ya se retiraba del lugar, donó un San Antonio de Padua, con la promesa de que al lugar lo llamarían San Antonio de la Huerta.
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